lunes, 15 de octubre de 2012

ÚLTIMA SEMANA



¡ÚLTIMA SEMANA! I Certamen Literario “GERMAN ROZENMACHER”

Se extiende una semana más la recepción de obras para el I Certamen Literario premio “Germán Rozenmacher” de cuento corto y poesía. El viernes 26 de octubre será el último plazo para todos aquellos escritores que aún no enviaron sus obras. Bases y condiciones en www.padremugica.org.ar
Tema: Aquello que es mi barrio…
            El cierre y premiación del Concurso se realizará en día 3 de noviembre en la 3er Feria del Libro del Conurbano, a las 20hs, con un jurado y premios sorpresa. Consultá el cronograma de actividades de la Feria en nuestra página. 

    
            Escritor y dramaturgo argentino, Germán Rozenmacher, para 1971, había escrito dos libros de cuentos, Cabecita negra y Los ojos del tigre; tres obras de teatro, Réquiem para un viernes a la noche, Caballero de Indias y El avión negro -en colaboración con Roberto Cossa, Ricardo Halac y Ricardo Talesnik- y adaptado otra, El lazarillo de Tormes. Era un escritor respetado, y un periodista excepcional, muere trágicamente en Mar del Plata en 1971.
            Germán Rozenmacher, al igual que otros escritores, en ese momento, adhirió al peronismo; pero siempre desde un costado crítico. Dice Abós: “Sobre Rozenmacher las demandas eran intensas, porque no era indiferente lo que hiciera o escribiera. De allí las asperezas que lo golpearon. Por judío, incomodaba a algunos peronistas que sospechaban al sionista. Por peronista, incomodaba a ciertos judíos. Por defender a los palestinos fue tachado de traidor. Por peronista, defraudaba a la izquierda y era insoportable para la derecha. Por revolucionario, para los amantes del orden”.
                “¿Qué quiere que diga? Como diría el marqués de Bradomín, soy feo, judío, rante y sentimental. Nací en el hospital Rivadavia ­en el 36­ y mi cuna, literalmente, fue un conventillo, pero eso sí, en una sala grande de una casa de la calle Larrea. De mi padre, que canta y que alguna vez fue actor y anduvo en gira por las colonias de Entre Ríos, o por Santa Fe y otras partes, me viene la vocación que pueda tener, el ser artista. Me gusta cantar, soplar el trombón a vara y la trompeta, pero como no sé tocar, me entretengo haciendo toda una orquesta con la boca. (…) Escribo con horario, todos los días, porque si no no se puede y ojalá dentro de muchos años, cuando ni usted ni yo estemos, alguien se acuerde de un cuento, o de alguna frase o aunque sea de un adjetivo de esos pocos felices que a uno le salen a veces ­muy pocos en una vida­ y entonces el lector diga: "Esto es verdad, esto está vivo todavía". Si eso pasa yo, desde el purgatorio, voy a guiñar este ojo miope, sincero pero desconfiable, bastante agradecido. No creo que pase, pero, por las dudas, qué quiere que le diga, es una de las tantas mentiras que me ayudan a trabajar como una máquina, como un loco, hasta que se me acaben las pilas. Y siempre hablando de lo mismo. Porque será un lugar común, pero, ¿no tienen la impresión de que los autores escribimos siempre un solo libro a lo largo de todas nuestras páginas? Y es difícil hacerlo, no crea, porque el striptís al principio parece lindo, pero después... En fin, señores, más o menos, un poco por afuera, éste soy yo. Lo demás, para bien o para mal, está en los cuentos que van a leer.”
Germán Rozenmacher incluido en "Antología consultada del cuento argentino", Buenos Aires, Fabril Editora, 1971.

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